jueves, 27 de marzo de 2014

Dúas entrevistas a Ramón Suárez Picallo:

Os deputados galegos de 1931. Entre outros: Suárez Picallo (o primeiro pola esquerda), Rodríguez Cadarso, Castelao, Nóvoa Santos, Vilar Ponte e Otero Pedrayo.


En Agosto de 1931 a popular revista "Estampa" publica unha entrevista con Ramón Suárez Picallo pola súa elección como deputado a Cortes pola ORGA. Meses máis tarde certificaba o seu ingreso no Partido Galeguista onde foi o representante do sector de esquerdas. En 1933 abandona o Partido Republicano Gallego de Casares Quiroga e perde o seu escano de deputado coincidindo coa chegada da dereita ao goberno. Sería novamente deputado en 1936, época á que pertence a segunda entrevista na revista Crónica. Ambas entrevistas foron realizadas polo xornalista Ribas Montenegro. 

PRIMEIRA ENTREVISTA  
El diputado que antes fué marinero, pastor y lavaplatos

Galicia, la tácita, la "choromiqueira" -como diría don Miguel de Unamuno recordando un epigrama de Curros Enríquez-, la de estampa dos tintas -verde de prado, gris de niebla-, de cartel para fomento del turismo, ha adquirido una fonación que constituye una sorpresa para muchos. 
Caricatura de Picallo por Del Arco en 1932
El informador podía dar noticias explicativas del porqué de este nuevo tono, de esta nueva prosodia gallega, que ha perdido los matices quejicones para adquirir el acento que mejor va a los anhelos regionales. Pero prefiere, por medio de una interviú, trazar esta biografía, pues que la vida de los hombres es el más exacto reflejo de la psicología de los pueblos.
Entre los diputados gallegos a las Cortes Constituyentes hay uno, Suárez Picallo, que ya empieza a ser discutido, y alrededor del cual se hace un ambiente pasional, basado en cosas adjetivas, que es como la personificación de la Nueva Galicia. Picallo, que parece un heroe de novela gorkiana, es también la realización del espíritu democrático de la República. Su voz es la auténtica del pueblo. Para Galicia es la de los "rumorosos da costa verdecente", a los que interroga el bardo celta Pondal.
Suárez Picallo, pequeño, enjuto, rubio y pecoso, como marinero que fue de la Costa de la Muerte, nos dice:
- Sí; soy hijo del pueblo. Fui marinero y pastor, como todos los niños de esa población anfibia de la costa gallega. Mi padre también fue marinante. Tuvo once hijos. Desde muy pequeño luché a brazo partido con la vida.
Naturalmente, será usted un autodidacto.
- Sólo fui tres años a la escuela de instrucción primaria, aprovechando las clases nocturnas. Todo lo que sé lo aprendí leyendo ávidamente, sin sujeción a ninguna clase de disciplinas.
Y como todos los gallegos, se fué usted a América.
- A los catorce años. Me empujó el sino de la raza que nos hace ir por el curso del sol hacia ese "alén", que es la meta de la "saudade".
¿Es verdad que fué usted allí lavaplatos?
- Eso y otras cosas más. Mi primer empleo fué el de un peón en una farmacia. Luego entré al servicio de una oficina. Por cierto que allí deseaban que el empleado supiera escribir a máquina. yo no sabía tal cosa, pero como tenía hambre, arrostrándolo todo, me presenté como mecanógrafo. Y en tres días me impuse en el dominio del artilugio. 
Más tarde, dominado por mis aficiones marineras, entré como marmitón de un barco de los que hacen la navegación a Tierra de Fuego.
Recorrí la Argentina desde los canales fueguinos al Chaco, misionero de las nuevas doctrinas sociales. No hice la América en el sentido que allí se da a esta frase, pero hice una América. Di conciencia al proletariado de un pueblo chauvinista que mira con recelo al gallego y al gringo. Mi anecdotario no cabe en el espacio de una interviú. Ya puede usted figurárselo. Considere la dificultad de la lucha en un medio donde hay hombres de la envergadura de uno de mis primeros patronos.
¿Quién era? ¿Qué hizo?
- Uno de tantos emigrantes. Un rapaz del Noroeste, que llegó a ser dueño absoluto de la Patagonia, la vasta soledad pavorosa a donde ningún europeo se atrevía a ir. Y él, tan grande como Cortés y Pizarro, pero sólo, la conquistó y domeñó. Para que se de cuenta de su carácter, basta este rasgo: Por su cuenta erigió a Magallanes, en el estrecho que descubrió el gran nauta portugués, un monumento, y en el pedestal puso esta leyenda: A Magallanes, Menéndez.
Así se llamaba.
Picallo nunha entrevista de 1936

¿Pero usted también fué periodista?
-Sí; es uno de los avatares de mi vida. Después de una titánica lucha como obrero manual que tiene que robar horas al descanso para hacerse una cultura, adquirida ésta, colaboré en numerosas publicaciones, principalmente de carácter societario, pues ya puede usted comprender que, por mi condición social, orienté siempre mi actividad hacia todo lo que redundara en beneficio y mejoramiento de la condición del hombre del pueblo.
¿En qué periódicos ha escrito usted?
- En varios. Con otros jóvenes gallegos fundé y sostuve una publicación llamada "Céltiga", que era, en el conjunto de las publicaciones españolas en Buenos Aires, el único vocero de las reivindicaciones democráticas de la colectividad hispánica. Trabajé como redactor en "La Argentina" y en "La República".
¿Quiere usted decirme alguna anécdota de su vida como periodista o colaborador en la Prensa?
- Verá usted. En América el periodista tiene que ser omnisciente; ha de escribir de todo. En el periódico que le dije, teníamos muy escasa información del extranjero. Un día, un despacho de Londres nos anunciaba que Mac Donald había pronunciado un discurso con referencia a una huelga general. El director me preguntó si yo me comprometía a inventar el discurso del que es hoy "el primer inglés", y así lo hice. Cuando los demás rotativos como "La Prensa" o "La Nación", publicaron el discurso íntegro de Ramsay, no difería del mío más que en algunos matices de forma. El director me regaló doscientos pesos.
Un discurso bien pagado.
- Mejor que todos los que pronuncié en mi vida, alguno de los cuales me ha valido la cárcel. 
¿También estuvo usted preso?
- Ya lo creo. Yo he hecho una gran labor societaria. Puede decirse que la organización de la gente del mar en la República Argentina es obra mía. 
¿Es verdad que está usted nacionalizado en la Argentina?
- Soy gallego. Nacido en Sada. En América no sólo trabajé por el bienestar moral y material de mis hermanos, los hombres del pueblo de todas las razas, sino que consagré también mis esfuerzos para que sean hacederas las reivindicaciones de Galicia. Para que se vea cómo es compatible el espíritu universalista con las aspiraciones de mi tierra. Cuando comenzaron a concretarse éstas, que hasta hace algunos años no eran más que el balbuceo lírico, que es lo que sólo parece conocerse aquí, otros jóvenes y yo empezamos a luchar por todo aquello a que Galicia tiene derecho como pueblo de definida personalidad étnica, histórica y geográfica. Fundamos “El Despertar Gallego” y “Galicia” e infundimos vida y aliento a la “Orga”, a quien se debe, en buena parte, la proclamación de la República. Las entidades agrarias y societarias gallegas de Buenos Aires me delegaron con otros para representarlas en la asamblea de La Coruña, en que se ponía a discusión el Estatuto Gallego. ¿Soy o no gallego?
Yo creo que sí
- Pues aún hay más que abona mi galleguidad. Llegué a La Coruña el 4 de Junio; el 10 me eligieron candidato. Para serlo me bastó hablar. Yo digo siempre lo que siento. Y lo que yo pienso y siento debe sentirlo y pensarlo hondamente el pueblo gallego por cuanto me diputó sin titubeos para que hable en su nombre y diga sin ambages lo que quiere.
En mi pueblo, Sada, de dos mil doscientos once electores, votaron en mi favor dos mil doscientos ocho.
¿Y es compatible lo que Galicia desea con lo que quieren y desean todos los demás españoles?
- Sí. Nuestro regionalismo, que es cosa del corazón y la cabeza, está limpio del pecado del egoísmo, porque no se basa en una concepción materialista, puesto que nuestros problemas no son, principalmente, de orden económico. Tan es así que no pensamos presentar nuestro Estatuto  hasta que no esté sancionada la Constitución Española.


SEGUNDA ENTREVISTA

Film de un marinero gallego que pudo ser senador en América.

En gracia a la brevedad, el reportero prescinde de las preguntas y respuestas. Del diálogo transcrito, que haría más extensa esta información, y compendia su interlocutorio con Picallo, este hombre salido de la entraña del pueblo gallego para vocear ante el Estado las aspiraciones de sus hermanos los labradores, los marineros.
Picallo nace en Sada, un pueblecito del litoral galaico, mitad labriego, mitad mareante y pescador, como todos los de la costa atlántica. En su niñez empuña el remo y la primera peseta que gana es yendo a la pesca del boliche. A los diez y seis años se va a América, empujado por ese afán de más allá que tienen todos los gallegos enxebres. En la inmensidad bonaerense se encuentra solo y desamparado. Entra de peón en una botica, y luego, en unos almacenes de productos químicos. Más tarde se emplea en un almacén al por mayor. Lo despiden por no acudir al trabajo el día 10 de Mayo. Marcha luego a Montevideo y Brasil, en busca de trabajo, y consume, sin encontrarlo, sus pocos ahorros. Regresa a Buenos Aires, y con un paisano se coloca de vendedor ambulante de dulces; dulces que tiene que portar llevando una cesta en la cabeza. Por exceso de trabajo, enferma y pasa seis meses en un hospital. Se emplea luego en la Aduana de Buenos Aires, y la organización obrera de estos empleados le nombra secretario y redactor de su boletín. Por entonces empieza su actuación de propagandista y fautor de las reivindicaciones sociales. La Asociación de Empleados Postales le nombra su secretario. Una huelga desafortunada da al traste con todos los avances sociales, y se deshacen las organizaciones societarias. Un acontecimiento que pone a prueba su sentimentalidad étnica lo aleja de la lucha social momentáneamente, y vuelve al mar: al mar, donde todos los gallegos costeros buscan refugio para ahogar su saudade fundamental. Se enrola en la tripulación del vapor argentino Helios, como camarero; luego es peón de cocina en otros buques. Se hace después periodista. Funda la revista Céltiga y otros periódicos, que mantienen viva en Sudamérica la llama de la galleguidad.
Despois dunha conferencia no Ateneu Popular da Coruña. 1932

En 1914 ingresa en las organizaciones obreras bonaerenses y en las Juventudes socialistas de la gran capital del Plata. Es candidato a concejal y diputado. Los comunistas de Buenos Aires lo proponen para senador. Recorre toda la República Argentina fundando sindicatos.
En 1917, en la lejana Patagonia resuena por primera vez una voz reivindicadora para los derechos de los hombres que trabajan: es la de este gallego.
En 1926, los obreros marítimos argentinos lo designan consejero técnico de su Delegación en Ginebra.
Al proclamarse la República de España, las Sociedades Gallegas lo diputan como su representante en la Península. Llega a La Coruña, da una conferencia en la Sociedad de Artesanos, de esa capital, y al terminar, el auditorio, puesto en pie, lo proclama diputado a las Constituyentes. Victoria electoral. Sobreviene el bienio gilroblista, y otra vez, como cuando llegó casi niño, a la capital argentina. No tiene entonces más que cincuenta pesetas de capital para toda la vida. En tres años se hace bachiller y abogado, a fuerza de matrículas de honor. Durante la revolución de Octubre va a la cárcel. Y de ella sale para venir al Parlamento español como genuino representante de esa Galicia que tales hombres produce y que hasta ahora fue tan mal conocida.



3 comentarios:

  1. Excelente iniciativa recordarnos isto. Pero non vexo ao doutor Novoa Santos na foto. Será un erro orixinal do periódico? A fisonomía do médico é inconfundible: o bigote cepillo, a mandíbula superior con dentadura grande...

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  2. Tiven unha dúbida tamén sobre o tema. O xornal pode estar trabucado, pasa en bastantes ocasións, de todas formas fíxome dubidar moito o que está á esquerda de Vilar Ponte pero obviamente non estou certo, a pesar do que di o xornal. Nalgunhas fotos que teño ten un aire a ese señor e o xesto confunde, ten vostede razón, por outra banda, que en todas o doutor Novoa Santos ten bigode.

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